LOS 8 INGREDIENTES QUE COMPONEN UN BUEN INTERROGATORIO
Aprender a interrogar requiere de mucho talento. Es algo que se enseña, pero, en gran medida, se desarrolla con la experiencia. El abogado Manuel Tuero suele decir que interrogar a los testigos es como hacer una buena faena con el toro. “Algunos testigos necesitan cuatro pases y otros seis. Pero eso no lo sabes hasta que estás en la propia corrida. La clave está en saber pararse en el momento oportuno”.
El abogado estadounidense F. Lee Bailey, luego de las conferencias realizadas en la universidad de Harvard, Massachussets, Estados Unidos para los estudiantes de primer semestre la facultad de derecho afirma que el arte de interrogar se compone de 8 puntos muy definidos los cuales son:
1.- Control. Un interrogador tiene que controlar a su testigo muy de cerca, sin dejarle ninguna escapatoria, como eludir las respuestas difíciles con descripciones largas, calculadas para distraer; también tiene que controlar la dirección y el ritmo del interrogatorio.
2.- Velocidad. Un testigo que diga menos de la verdad absoluta necesita “tiempo” para meditar sus respuestas y darles forma, un tiempo que no hay que permitirle. Un interrogatorio eficiente tiene que llevarse a cabo a un ritmo casi implacable, uno que no le da al testigo que trata de fabricar sus respuestas el tiempo suficiente para lograrlo.
3.- Memoria. El interrogador debe tener la cabeza llena de una multitud de datos y de información, obtenidos de cualquier declaración previa que haya hecho el testigo, el testimonio que otros testigos relacionados han dado o van a dar, así como de todos los documentos relacionados y otros tipos de evidencia; además, debe tener una imagen clara de los detalles de la escena del acontecimiento, si es que hubo alguno. Sus manos tienen que estar libres la mayor parte del tiempo y sus ojos tienen que estar clavados en el testigo. Si necesita consultar constantemente notas u otros materiales escritos, entonces sacrificará algo esencial: la velocidad.
4.- Sintaxis. Las preguntas tienen que formularse con rapidez, pero con precaución. Tienen que ser claras e inequívocas, estar formado por oraciones simples y no compuestas, de manera que no sean legalmente objetables, y estructuradas de tal manera que requieran una respuesta afirmativa o negativa la mayor parte de las veces.
5.- Lógica. La mayor parte de las preguntas, incluso aquellas destinadas a ridiculizar, tienen que formularse dentro de un contexto lógico. Sin embargo, pueden estar -y a menudo están- fuera de orden o yuxtapuestas una a otra, pero el objetivo final es obtener las respuestas que, en su conjunto, contradicen lo que el testigo “debiera haber dicho” si su relato correspondiera con la realidad.
6.- Momento oportuno. Se necesita mucho tino para saber aprovechar las oportunidades que se presenten durante el interrogatorio. Una vez que se ha arrinconado al testigo, el golpe en la yugular debe darse antes de que éste se haya pertrechado para repeler el ataque. También, si le es posible, antes de cualquier receso, trate de dejar al auditorio en un ambiente de duda y de suspicacia en cuanto a la veracidad del testigo, a fin de que esta impresión penetre y se refuerce en las mentes del tribunal durante esa interrupción.
7.- Actitud. La manera en la cual un interrogador trata a un testigo tiene que ser adecuada a las circunstancias. Uno no utiliza un tono de voz fuerte, lleno de sarcasmo, tratándose de una persona anciana, atractiva y agradable, ni con un menor. En cambio, es propio manifestar desdén o incluso mofa mediante las actitudes, gestos o el tono de la voz ante un testigo que miente y esto se hace de forma más marcada conforme él prosigue su relato.
8.- Terminación. Un interrogador debe saber cuándo retirarse de la escena en el clímax sin insistir en que se cubra exhaustivamente todo lo que dijo el testigo ni lo que podría ser de su conocimiento. Según aconseja “Alicia en el País de las Maravillas”: “camine hasta llegar a un final y deténgase”. Saber cuándo, dónde y cómo suspender un interrogatorio es una de las últimas cosas que aprenden los abogados litigantes.