La separación de los niños de sus familias inmigrantes es una consecuencia de la política de “tolerancia cero” que impulsa Trump contra la inmigración ilegal.
"Estados Unidos no será un campo de inmigrantes, y no será un complejo para mantener refugiados", ha afirmado el mandatario, que asegura que su país no va a vivir la misma crisis migratoria que se vive en Europa como justificación de la severidad de las medidas.
Trump culpa a las familias migrantes por poner a sus hijos en esa situación de riesgo y culpa también a los demócratas porque, según él, son los autores de la legislación que lleva a la separación de las familias y se han negado a acordar una nueva normatividad.
Diferentes sectores, a nivel nacional e internacional, han desmentido su afirmación. La misma legislación existe desde hace años, pero solo con la nueva política de Trump ha producido este efecto.
La separación de niños de sus familias venía dándose desde el año pasado. Entre octubre de 2017 y abril de este año, unos 700 niños fueron separados de sus padres y retenidos por semanas o enviados a centros de acogida, antes de poder reunirse de nuevo con sus familias.
Pero en mayo de este año, Trump ordenó medidas más rígidas y el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la política de tolerancia cero que consiste en que toda persona que ingrese clandestinamente a EE.UU. será detenida y enfrentará cargos criminales. Como los adultos y los niños se enfrentan a procedimientos diferentes, los niños son separados de sus padres.
En apenas cinco semanas de la aplicación de esta política, el número de niños separados de sus padres aumentó a más de 2.300.
Una vez separados de sus padres, los niños son entregados a la Oficina de Instalación de Refugiados (ORR, en inglés), del Departamento de Salud y Servicio Humanos. Allí, permanecen en centros de acogida, donde duermen en colchones sobre el concreto en unidades delineadas por cercas metálicas que ofrecen al conjunto la impresión de una enorme jaula.
Un grupo de 14 legisladores visitó uno de los centros donde se encuentran recogidos niños y niñas. "Son jaulas", dijo el legislador Mark Pocan, sin poder disimular su indignación.
La prensa local divulgó imágenes en las que pueden verse adultos reunidos en áreas divididas por cercas de alambre, y también audios desgarradores registrados en uno de los centros para menores de edad.
"¡Mami!", "¡papi!", repetían niños centroamericanos llorando. "Yo no quiero que paren a mi papá, no quiero que lo deporten", susurra una niña en la grabación difundida por el sitio Pro Publica.
Las críticas proliferan en el ámbito internacional. La oficina del secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, que por lo general no se refiere directamente a la situación de países específicos, advirtió a Estados Unidos que los niños "no deben ser separados de sus familiares y deben ser tratados con respeto y dignidad".
.
"Los niños no deben ser traumatizados siendo separados de sus padres. Debe preservarse la unidad familiar", aseguró el vocero de Guterres, Stephane Dujarric.
El alto comisionado de la ONU para Derechos Humanos, Zeiz Ra‘ad Al Hussein, apuntó que la medida es "inadmisible" y "cruel" y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresó su "profunda preocupación” por la política.
México, a su vez, la calificó de cruel e inhumana. "Quiero a nombre del gobierno y del pueblo de México expresar nuestra más categórica y enérgica condena a una política cruel e inhumana", dijo su canciller Luis Videgaray.
Y en el campo local, las críticas han llegado tanto de demócratas como de republicanos. La líder del bloque de legisladores demócratas en la Cámara Representantes, Nancy Pelosi, calificó como bárbara la normativa, que en su opinión viola las leyes de asilo y los derechos constitucionales de su país. Laura Bush, esposa del expresidente George W. Bush, afirmó que la política "es inmoral y rompe mi corazón".
Incluso, la primera dama Melania Trump afirmó que odia ver niños separados de sus familias y dijo que espera que demócratas y republicanos logren una reforma migratoria.
Tomada de: Semana
"Estados Unidos no será un campo de inmigrantes, y no será un complejo para mantener refugiados", ha afirmado el mandatario, que asegura que su país no va a vivir la misma crisis migratoria que se vive en Europa como justificación de la severidad de las medidas.
Trump culpa a las familias migrantes por poner a sus hijos en esa situación de riesgo y culpa también a los demócratas porque, según él, son los autores de la legislación que lleva a la separación de las familias y se han negado a acordar una nueva normatividad.
Diferentes sectores, a nivel nacional e internacional, han desmentido su afirmación. La misma legislación existe desde hace años, pero solo con la nueva política de Trump ha producido este efecto.
La separación de niños de sus familias venía dándose desde el año pasado. Entre octubre de 2017 y abril de este año, unos 700 niños fueron separados de sus padres y retenidos por semanas o enviados a centros de acogida, antes de poder reunirse de nuevo con sus familias.
Pero en mayo de este año, Trump ordenó medidas más rígidas y el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la política de tolerancia cero que consiste en que toda persona que ingrese clandestinamente a EE.UU. será detenida y enfrentará cargos criminales. Como los adultos y los niños se enfrentan a procedimientos diferentes, los niños son separados de sus padres.
En apenas cinco semanas de la aplicación de esta política, el número de niños separados de sus padres aumentó a más de 2.300.
Una vez separados de sus padres, los niños son entregados a la Oficina de Instalación de Refugiados (ORR, en inglés), del Departamento de Salud y Servicio Humanos. Allí, permanecen en centros de acogida, donde duermen en colchones sobre el concreto en unidades delineadas por cercas metálicas que ofrecen al conjunto la impresión de una enorme jaula.
Un grupo de 14 legisladores visitó uno de los centros donde se encuentran recogidos niños y niñas. "Son jaulas", dijo el legislador Mark Pocan, sin poder disimular su indignación.
La prensa local divulgó imágenes en las que pueden verse adultos reunidos en áreas divididas por cercas de alambre, y también audios desgarradores registrados en uno de los centros para menores de edad.
"¡Mami!", "¡papi!", repetían niños centroamericanos llorando. "Yo no quiero que paren a mi papá, no quiero que lo deporten", susurra una niña en la grabación difundida por el sitio Pro Publica.
Las críticas proliferan en el ámbito internacional. La oficina del secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, que por lo general no se refiere directamente a la situación de países específicos, advirtió a Estados Unidos que los niños "no deben ser separados de sus familiares y deben ser tratados con respeto y dignidad".
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"Los niños no deben ser traumatizados siendo separados de sus padres. Debe preservarse la unidad familiar", aseguró el vocero de Guterres, Stephane Dujarric.
El alto comisionado de la ONU para Derechos Humanos, Zeiz Ra‘ad Al Hussein, apuntó que la medida es "inadmisible" y "cruel" y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresó su "profunda preocupación” por la política.
México, a su vez, la calificó de cruel e inhumana. "Quiero a nombre del gobierno y del pueblo de México expresar nuestra más categórica y enérgica condena a una política cruel e inhumana", dijo su canciller Luis Videgaray.
Y en el campo local, las críticas han llegado tanto de demócratas como de republicanos. La líder del bloque de legisladores demócratas en la Cámara Representantes, Nancy Pelosi, calificó como bárbara la normativa, que en su opinión viola las leyes de asilo y los derechos constitucionales de su país. Laura Bush, esposa del expresidente George W. Bush, afirmó que la política "es inmoral y rompe mi corazón".
Incluso, la primera dama Melania Trump afirmó que odia ver niños separados de sus familias y dijo que espera que demócratas y republicanos logren una reforma migratoria.
Tomada de: Semana