LA DURA CARTA DE LOS EX PRESIDENTES DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Ante los nuevos hechos de corrupción revelados por la Fiscalía General de la Nación y las declaraciones de uno de sus figurantes, el congresista Musa Besaile, que comprometen a tres exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia, en lo que sin lugar a la menor duda constituye el hecho más vergonzoso del que se tenga conocimiento en la historia judicial del país, los suscritos ciudadanos como exmagistrados que, además del honor de haber formadoparte de ella asumimos en su momento la enaltecedora responsabilidad moral que conlleva el digno ejercicio de su Presidencia, determinados únicamente por un sentimiento de profunda preocupación patriótica y por lo tanto en observancia de un deber, a nuestro juicio ineludible, hacemos el presente pronunciamiento público.
1. Con perplejidad reprobamos que los doctores Bustos, Ricaurte y Tarquino aún no hayan dado convincentes explicaciones a la opinión pública acerca de los graves hechos que se les atribuyen, cuya estirpe punible salta a la vista, los cuales en consecuencia, previo el debido proceso, de resultar ciertos merecen ejemplarizante sanción.
2. Hacemos un vehemente llamado a los actuales magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia, para que se pronuncien de manera más concreta y contundente sobre la gravedad extrema que entraña el conocimiento de la comisión de esas conductas punibles por parte de dichos exmagistrados. Estos comportamientos, además de mancillar la alta dignidad que ostentaron los tres exmagistrados en mención, manchan la tradición de probidad e independencia interna y externa de una institución que encarna la majestad del Estado y debiera seguir siendo la reserva moral de la Nación.
Cierto es que las descalificaciones generalizadoras sobre el comportamiento ético de magistrados son nocivas e injustas, pero la Corte orgánicamente considerada como última y necesaria piedra angular de un genuino Estado democrático constitucional de Derecho, debe pronta e inequívocamente deslindarse de quienes con su desdorosa conducta la han deshonrado.
3. Son muchas las causas del creciente deterioro actual de la credibilidad de la ciudadanía en la Justicia, proceso inocultable que se ha visto acentuado en mayúsculo grado cuando se ha puesto de manifiesto que también a la Corte Suprema la alcanzó el pestilente vaho de la corrupción y las presiones políticas. En los últimos tiempos se ha confundido por algunos la necesaria colaboración armónica de las diferentes ramas del poder público con el contubernio de magistrados con la clase política, en desmedro de la moral, la autonomía, la independencia y la respetabilidad. La justicia debe ser ajena a la actividad política, tanto en la elección de los magistrados, como en las atribuciones que se les confieren, el control sobre sus actos y las actividades que desarrollen luego del retiro de sus cargos.
4. En suma, en defensa de la Justicia es impostergable la institucionalización en el plano Constitucional de un sistema judicial fuerte, eficaz y por encima de todo confiable, merecedor de unánime credibilidad al más alto nivel en la sociedad a la que sirve, objetivo este último en cuya virtud es conveniente, (i) retornar al sistema de cooptación en la elección de magistrados y liberar a la Corte de procesos electorales externos; (ii) proscribir toda injerencia política en designación de magistrados, la cual deberá estar regida sólo por el interés de elegir a los mejores y más probos juristas; (iii) frente a los eventuales delitos y faltas disciplinarias de magistrados de las Cortes y de otros altos funcionarios del Estado, hoy es imprescindible que exista un tribunal de aforados independiente e imparcial, integrado por personas de gran trayectoria y reputación moral, designados sin injerencia de funcionarios elegidos con criterio político; y (iv) establecerse un régimen efectivo de inhabilidades y posibles conflictos de intereses más riguroso, tanto durante el desempeño de los cargos judiciales como después de haber hecho dejación de ellos.
5. La dolorosa crisis de la Justicia es parte de la crisis moral que atraviesa la sociedad colombiana, en todos sus estamentos, tanto en el sector privado como en el público, que amerita la conciencia social acerca de este mal y el compromiso inequívoco para erradicarlo para siempre. Infortunadamente la falta de acciones concretas frente a los recientes escándalos es síntoma de que no se percibe voluntad política para conjurar tan grave flagelo.
6. La Corte Suprema de Justicia afronta un reto histórico inconmensurable. Expresamos nuestra solidaridad con los magistrados que han sido fieles a su investidura y abrigamos la certeza de que estará a la altura de sus grandes responsabilidades, inspirada en los elevados valores éticos que la han hecho digna y respetable a través de la historia.
RICARDO CALVETE RANGEL
JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO
CARLOS ESTEBAN JARAMILLO SCHOLSS
JOSE ROBERTO HERRERA VERGARA
NILSON PINILLA PINILLA