LAS AMENAZAS QUE PERSISTEN EN EL CAUCA
El pasado miércoles 21 de junio un comando armado integrado por una docena de hombres vestidos de camuflado, botas pantaneras y guantes negros, incursionó en la finca de Mauricio Vélez López, un reconocido líder sindical que era el vicepresidente de la agremiación de universidades públicas y exgerente deportivo del club América de Cali.
De ese sitio lo sacaron a la fuerza y luego dejaron su cadáver abandonado, con un tiro de fusil en la cabeza y señales de tortura. Todo eso sucedió en Buenos Aires, Cauca, a escasos kilómetros de la Zona Veredal Transitoria, ZVT, conocida como La Elvira, donde se concentra un millar de guerrilleros de las Farc que se acogieron al proceso de paz.
Desde que la guerrilla empezó su agrupación y desmovilización, en febrero pasado, en los tres puntos asignados en el norte del Cauca (Miranda, Caldono y Buenos Aires) a la fecha 13 líderes sociales fueron acribillados, decenas de ellos amenazados y al menos cuatro exmiembros de las Farc y sus familias asesinados.
La misma Defensoría del Pueblo en Cauca advirtió el fenómeno en sus alertas tempranas y las organizaciones sociales de izquierda, los cabildos indígenas y los consejos comunitarios afrocolombianos, lo vienen ratificando en varios informes de seguimiento en el que quince organizciones sociales acompañan al Mecanismo de Monitoreo y Verificación.
Y el pasado miércoles 4 de julio la Asamblea Departamental convocó a una sesión para tratar la difícil situación de derechos humanos en esa región del país, al tiempo que surgían denuncias sobre nuevas amenazas contra ocho líderes de organizaciones sociales, “un grupo paramilitar autodenominado Defensores-Frente de Guerra Sur Oriental contra los comunistas”, dice un comunicado de Marcha Patriótica.
Es decir, la zona norte de Cauca que fue considerado el vórtice de la guerra contrainsurgente, hoy padece varios de los temores planteados ante un eventual proceso de paz con las Farc y con un ingrediente adicional: justo en ese territorio se concentran las dos minorías étnicas (indígenas y negros) que representan el 40 por ciento de toda la población caucana.
De ese sitio lo sacaron a la fuerza y luego dejaron su cadáver abandonado, con un tiro de fusil en la cabeza y señales de tortura. Todo eso sucedió en Buenos Aires, Cauca, a escasos kilómetros de la Zona Veredal Transitoria, ZVT, conocida como La Elvira, donde se concentra un millar de guerrilleros de las Farc que se acogieron al proceso de paz.
Desde que la guerrilla empezó su agrupación y desmovilización, en febrero pasado, en los tres puntos asignados en el norte del Cauca (Miranda, Caldono y Buenos Aires) a la fecha 13 líderes sociales fueron acribillados, decenas de ellos amenazados y al menos cuatro exmiembros de las Farc y sus familias asesinados.
La misma Defensoría del Pueblo en Cauca advirtió el fenómeno en sus alertas tempranas y las organizaciones sociales de izquierda, los cabildos indígenas y los consejos comunitarios afrocolombianos, lo vienen ratificando en varios informes de seguimiento en el que quince organizciones sociales acompañan al Mecanismo de Monitoreo y Verificación.
Y el pasado miércoles 4 de julio la Asamblea Departamental convocó a una sesión para tratar la difícil situación de derechos humanos en esa región del país, al tiempo que surgían denuncias sobre nuevas amenazas contra ocho líderes de organizaciones sociales, “un grupo paramilitar autodenominado Defensores-Frente de Guerra Sur Oriental contra los comunistas”, dice un comunicado de Marcha Patriótica.
Es decir, la zona norte de Cauca que fue considerado el vórtice de la guerra contrainsurgente, hoy padece varios de los temores planteados ante un eventual proceso de paz con las Farc y con un ingrediente adicional: justo en ese territorio se concentran las dos minorías étnicas (indígenas y negros) que representan el 40 por ciento de toda la población caucana.
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