Si por estos días hay alguien que siembre pánico en el Capitolio es el abogado Luis Gustavo Moreno. Desde que se destapó el escándalo del pago de sobornos a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, el exfiscal anticorrupción se ha convertido en el principal testigo. Sus declaraciones son tan explosivas que ya tienen tras las rejas a un poderoso senador, Musa Besaile, y a un exmagistrado de la Corte Suprema, Francisco Ricaurte, y pueden poner en aprietos a varios congresistas.
Pero de ahí a que tenga que ir con casco, chaleco antibalas y fuertemente escoltado al Congreso, es una imagen que parece inaudita, tratándose de uno de los edificios más custodiados del centro de Bogotá, apenas a 100 metros de la Casa de Nariño. Los únicos que tienen armas son los miembros de la policía y los guardaespaldas de los parlamentarios. Que alguien quisiera dispararle, probablemente le sería imposible hacerlo en el llamado recinto de la democracia.
Pues así se vio a Luis Gustavo Moreno en la mañana de este miércoles en el edificio nuevo del Congreso. Con casco y chaleco, y escoltado por guardias del CTI de la Fiscalía, llegó a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes como quien fuera a un campo de batalla. Caminó por esos pasillos que muchas veces recorrió para visitar a los congresistas que tenía como clientes, pero con las manos cruzadas, delante de su cuerpo.
Los investigadores del proceso contra los magistrados Leonidas Bustos y Gustavo Malo habían pedido su declaración desde semanas atrás. Gustavo Moreno los había dejado plantados. Se excusó hasta en tres oportunidades, entre otras argumentando riesgos de seguridad.
El quinto piso del edificio nuevo también tenía extraordinarias medidas de seguridad. No se permitía el paso, como es habitual, y las puertas de vidrio de la Comisión de Acusaciones fueron cubiertas con papel periódico, para evitar que los reporteros de la prensa y la televisión hicieran imágenes de lo que sucedía al interior.
A su ingreso, Moreno se quitó el casco, lo entregó a uno de los guardias, y se sentó en el mismo lugar por el que han pasado los protagonistas del cartel de la toga: Musa Besaile, Francisco Ricaurte, Gustavo Malo y Leonidas Bustos, entre otros. El secretario de la Comisión, Juan Pablo Duque, fue el encargado de recibirlo. Le presentó un documento que tuvo que firmar. Fue la última imagen del exfiscal anticorrupción antes de que iniciara su declaración.
Un testimonio que se advierte determinante para el proceso contra el exmagistrado Leonidas Bustos y Gustavo Malo, los expedientes que lleva la célula judicial del Congreso. Pero también contra algunos parlamentarios que son investigados por la Corte Suprema de Justicia y por la Procuraduría, entre ellos el presidente del Partido Conservador, Hernán Andrade, el senador Álvaro Ashton, o el exgobernador Luis Alfredo Ramos
Pero de ahí a que tenga que ir con casco, chaleco antibalas y fuertemente escoltado al Congreso, es una imagen que parece inaudita, tratándose de uno de los edificios más custodiados del centro de Bogotá, apenas a 100 metros de la Casa de Nariño. Los únicos que tienen armas son los miembros de la policía y los guardaespaldas de los parlamentarios. Que alguien quisiera dispararle, probablemente le sería imposible hacerlo en el llamado recinto de la democracia.
Pues así se vio a Luis Gustavo Moreno en la mañana de este miércoles en el edificio nuevo del Congreso. Con casco y chaleco, y escoltado por guardias del CTI de la Fiscalía, llegó a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes como quien fuera a un campo de batalla. Caminó por esos pasillos que muchas veces recorrió para visitar a los congresistas que tenía como clientes, pero con las manos cruzadas, delante de su cuerpo.
Los investigadores del proceso contra los magistrados Leonidas Bustos y Gustavo Malo habían pedido su declaración desde semanas atrás. Gustavo Moreno los había dejado plantados. Se excusó hasta en tres oportunidades, entre otras argumentando riesgos de seguridad.
El quinto piso del edificio nuevo también tenía extraordinarias medidas de seguridad. No se permitía el paso, como es habitual, y las puertas de vidrio de la Comisión de Acusaciones fueron cubiertas con papel periódico, para evitar que los reporteros de la prensa y la televisión hicieran imágenes de lo que sucedía al interior.
A su ingreso, Moreno se quitó el casco, lo entregó a uno de los guardias, y se sentó en el mismo lugar por el que han pasado los protagonistas del cartel de la toga: Musa Besaile, Francisco Ricaurte, Gustavo Malo y Leonidas Bustos, entre otros. El secretario de la Comisión, Juan Pablo Duque, fue el encargado de recibirlo. Le presentó un documento que tuvo que firmar. Fue la última imagen del exfiscal anticorrupción antes de que iniciara su declaración.
Un testimonio que se advierte determinante para el proceso contra el exmagistrado Leonidas Bustos y Gustavo Malo, los expedientes que lleva la célula judicial del Congreso. Pero también contra algunos parlamentarios que son investigados por la Corte Suprema de Justicia y por la Procuraduría, entre ellos el presidente del Partido Conservador, Hernán Andrade, el senador Álvaro Ashton, o el exgobernador Luis Alfredo Ramos
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