Boyacense de nacimiento pero dirigente político del Valle, Teodolindo Avendaño fue el congresista conservador que desapareció de la votación y fue condenado por la Yidispolítica. Murió a los 82 años.
Teodolindo Avendaño nació un primero de mayo (1935), día del trabajo, pero se hizo tristemente célebre por ausentarse de su trabajo. En el año 2005 era congresista, y su desaparición de una votación en la Cámara de Representantes, fue el primer paso para que Álvaro Uribe Vélez, entonces presidente de la república, se pudiera reelegir. Una ausencia que sin duda cambió la historia.
Aunque se le conoce como uno de los gamonales políticos de Caicedonia, un pequeño municipio cafetero del norte del Valle del Cauca, Teodolindo nació en Sutamarchán, un pueblo boyacense vecino de Chiquinquirá y famoso por la longaniza y la morcilla que allí se prepara. Casado y con cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Vivía de la pensión como excongresista. Este martes murió a la edad de 82 años, tras padecer una penosa enfermedad.
Conservador hasta la médula. “Soy de esas personas que quisiera hasta orinar azul”, es una frase con que lo recuerdan en Caicedonia, donde su rutina era salir de su casa y recorrer los 130 metros de distancia hasta la sede del Directorio Conservador del municipio, en una camioneta Land Cruisser y escoltado por dos guardaespaldas.
Aunque su carrera comenzó como juez en La Unión (Valle), fue designado alcalde del municipio de Bolívar (Cauca). Pero en Caicedonia era casi un santo de devoción para los más necesitados, púes a su oficina iban a buscarlo a cambio de unos pesos parta cualquier necesidad.
Cuando estaba a las puertas de la jubilación, Teodolindo se convirtió en congresista por 200 días, para aprovechar la ‘palomita‘ como suplente del representante José Luis Arcila, también del Valle del Cauca, lo que le sirvió para aumentar la cotización de su pensión. En aquel entonces era frecuente este tipo de reemplazos.
Y fue allí donde el país lo conoció. Y de pensar en una tranquila jubilación, terminó condenado y tras las rejas por uno de los capítulos de corrupción política más recordados en la historia reciente del país. La Yidispolítica, el proceso que comprometió a los congresistas que cambiaron su voto para favorecer la reelección presidencial, y el que tiene condenado a un exministro por haber comprado conciencias, como lo sentenció la Corte Suprema de Justicia.
Teodolindo Avendaño nació un primero de mayo (1935), día del trabajo, pero se hizo tristemente célebre por ausentarse de su trabajo. En el año 2005 era congresista, y su desaparición de una votación en la Cámara de Representantes, fue el primer paso para que Álvaro Uribe Vélez, entonces presidente de la república, se pudiera reelegir. Una ausencia que sin duda cambió la historia.
Aunque se le conoce como uno de los gamonales políticos de Caicedonia, un pequeño municipio cafetero del norte del Valle del Cauca, Teodolindo nació en Sutamarchán, un pueblo boyacense vecino de Chiquinquirá y famoso por la longaniza y la morcilla que allí se prepara. Casado y con cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Vivía de la pensión como excongresista. Este martes murió a la edad de 82 años, tras padecer una penosa enfermedad.
Conservador hasta la médula. “Soy de esas personas que quisiera hasta orinar azul”, es una frase con que lo recuerdan en Caicedonia, donde su rutina era salir de su casa y recorrer los 130 metros de distancia hasta la sede del Directorio Conservador del municipio, en una camioneta Land Cruisser y escoltado por dos guardaespaldas.
Aunque su carrera comenzó como juez en La Unión (Valle), fue designado alcalde del municipio de Bolívar (Cauca). Pero en Caicedonia era casi un santo de devoción para los más necesitados, púes a su oficina iban a buscarlo a cambio de unos pesos parta cualquier necesidad.
Cuando estaba a las puertas de la jubilación, Teodolindo se convirtió en congresista por 200 días, para aprovechar la ‘palomita‘ como suplente del representante José Luis Arcila, también del Valle del Cauca, lo que le sirvió para aumentar la cotización de su pensión. En aquel entonces era frecuente este tipo de reemplazos.
Y fue allí donde el país lo conoció. Y de pensar en una tranquila jubilación, terminó condenado y tras las rejas por uno de los capítulos de corrupción política más recordados en la historia reciente del país. La Yidispolítica, el proceso que comprometió a los congresistas que cambiaron su voto para favorecer la reelección presidencial, y el que tiene condenado a un exministro por haber comprado conciencias, como lo sentenció la Corte Suprema de Justicia.
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