Desde que quedó en libertad, John Jairo Velásquez Vásquez se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades. El exsicario de Pablo Escobar suele usar su cuenta de Twitter para desafiar al Estado con constantes mensajes provocadores, se toma fotografías con armas, se le ha visto amenazar a ciudadanos por las calles de Medellín y ahora, como quedó demostrado este fin de semana, se reúne con los hombres que lideran la organización criminal de la Oficina de Envigado.
Pero nada eso, por ahora, le ha valido una orden de captura que lo lleve de vuelta a prisión. La razón: las autoridades aún no tienen nada que comprometa a Popeye directamente en la comisión de algún delito. “Nada concreto tienen todavía”, le dijo a SEMANA un funcionario desde Medellín.
Sin embargo, las sospechas de que Velásquez Vásquez ha seguido delinquiendo nunca se han ido de quienes investigan el crimen organizado en la capital paisa. Que Popeye hubiese estado celebrando en una finca de El Peñol con Juan Carlos Mesa Vallejo, alias Tom, un hombre por el que Estados Unidos ofrecía 2 millones de dólares, hizo que la Fiscalía le pidiera a un juez de ejecución de penas que le revocara el beneficio del que goza Popeye, por incumplimiento a los presupuestos que en su momento motivaron la libertad.
La directora de la Unidad contra el Crimen Organizado de la Fiscalía Claudia Carrasquilla dijo, además, que esa institución tiene conocimiento de que Popeye no solo se reunía con Tom, sino con otros narcos en Medellín. “Hace parte de la indagación que se viene adelantando contra esta persona. En efecto él ha venido reuniéndose con narcotraficantes en la ciudad de Medellín (…) Tenemos evidenciada una reunión que él tuvo en un hotel en la ciudad de Medellín. Eso se tiene evidenciado y documentado”, dijo.
Desde Twitter, Popeye ha dicho varias veces que no le teme a la muerte ni a regresar a la cárcel. Por el contrario, sus trinos siempre vienen en tono desafiante.
Lo que saben las autoridades es que la amistad de Popeye con los líderes de La Oficina no es nueva. Velásquez Vázquez -y así lo corroboró un periodista en aquel momento-, compartió patio en la Cárcel de Máxima Seguridad de Cómbita, en Boyacá, con Ericson Vargas Cardona, alias ‘Sebastián’, un capo que fue capturado en agosto de 2012 y que posteriormente fue extraditado y condenado a 25 años por la Corte del Distrito Sur de Nueva York.
Era como tener en un mismo espacio –compartiendo zonas comunes- a dos generaciones de la mafia. De hecho, a Popeye nunca le fue ajeno lo que sucedía en espectro del crimen en Medellín. Y no solo no se desconectó de ese mundo, sino que estando tras las rejas hizo parte de algunas guerras.
En uno de los capítulos del libro La Viuda Negra, de José Guarnizo, el mismo Popeye dice: “La guerra más brava que yo viví fue dentro de la cárcel, ahí hubo más de trescientos muertos, ahí teníamos fusilería. Lo que pasa es que se armó una guerra entre paramilitares y guerrilla. Eso fue en los años 1999, 2000 y 2001. Se enfrentaron las autodefensas y la guerrilla y yo quedé en la mitad. Yo tomé partido por las autodefensas. A mí me hirieron dos veces allá en esas peleas, eso ahí fue una locura. O uno peleaba o peleaba. La tercera opción era quedarse sentado y morir como un marica. Porque es que ahí éramos seis mil bandidos. Y en armas había mil quinientos, y la guardia en la noche no pasaba de cincuenta. Nosotros no nos íbamos para la casa porque en la cárcel había mucha adrenalina, ¿sí me entiende? (se ríe) y había mucha gente pa’ matar y estábamos era peleando”.
Pero la primera vez que las autoridades sospecharon de los pasos de Velásquez Vázquez ya en libertad, fue a raíz de un vídeo en el que se veía al sicario más temido que tuvo Escobar descendiendo de un vehículo Chévrolet que venía escoltado por un Peugeot. Popeye luego llegaba a un edificio y hablaba con unos hombres dentro de un ascensor. La grabación es del año 2015. Desde ese momento, la Fiscalía advirtió que Popeye estaba precisamente en contacto con personajes de la Oficina de Bello, entre ellas Juan Carlos Mesa Vallejo o Tom.
Esa vez Popeye estuvo por unos 30 minutos en el edificio y fue cuando surgieron indicios de que estaría participando en trabajos de ‘cobranza’ en la capital antioqueña. Pero el tema se quedó ahí y nunca prosperó.
¿Qué sigue ahora? Hasta que un juez no lo ordene, Popeye seguirá disfrutando de la libertad. Aunque él insista en que no es un delito asistir a una fiesta, sobre el ambiente aún rondan varias preguntas que no han sido resueltas. ¿Además de festejar, qué otros asuntos se trataban en esas reuniones? ¿Con qué otros narcos se ha reunido Popeye? Y sobre todo, ¿para qué se reunía con ellos?
Pero nada eso, por ahora, le ha valido una orden de captura que lo lleve de vuelta a prisión. La razón: las autoridades aún no tienen nada que comprometa a Popeye directamente en la comisión de algún delito. “Nada concreto tienen todavía”, le dijo a SEMANA un funcionario desde Medellín.
Sin embargo, las sospechas de que Velásquez Vásquez ha seguido delinquiendo nunca se han ido de quienes investigan el crimen organizado en la capital paisa. Que Popeye hubiese estado celebrando en una finca de El Peñol con Juan Carlos Mesa Vallejo, alias Tom, un hombre por el que Estados Unidos ofrecía 2 millones de dólares, hizo que la Fiscalía le pidiera a un juez de ejecución de penas que le revocara el beneficio del que goza Popeye, por incumplimiento a los presupuestos que en su momento motivaron la libertad.
La directora de la Unidad contra el Crimen Organizado de la Fiscalía Claudia Carrasquilla dijo, además, que esa institución tiene conocimiento de que Popeye no solo se reunía con Tom, sino con otros narcos en Medellín. “Hace parte de la indagación que se viene adelantando contra esta persona. En efecto él ha venido reuniéndose con narcotraficantes en la ciudad de Medellín (…) Tenemos evidenciada una reunión que él tuvo en un hotel en la ciudad de Medellín. Eso se tiene evidenciado y documentado”, dijo.
Desde Twitter, Popeye ha dicho varias veces que no le teme a la muerte ni a regresar a la cárcel. Por el contrario, sus trinos siempre vienen en tono desafiante.
Lo que saben las autoridades es que la amistad de Popeye con los líderes de La Oficina no es nueva. Velásquez Vázquez -y así lo corroboró un periodista en aquel momento-, compartió patio en la Cárcel de Máxima Seguridad de Cómbita, en Boyacá, con Ericson Vargas Cardona, alias ‘Sebastián’, un capo que fue capturado en agosto de 2012 y que posteriormente fue extraditado y condenado a 25 años por la Corte del Distrito Sur de Nueva York.
Era como tener en un mismo espacio –compartiendo zonas comunes- a dos generaciones de la mafia. De hecho, a Popeye nunca le fue ajeno lo que sucedía en espectro del crimen en Medellín. Y no solo no se desconectó de ese mundo, sino que estando tras las rejas hizo parte de algunas guerras.
En uno de los capítulos del libro La Viuda Negra, de José Guarnizo, el mismo Popeye dice: “La guerra más brava que yo viví fue dentro de la cárcel, ahí hubo más de trescientos muertos, ahí teníamos fusilería. Lo que pasa es que se armó una guerra entre paramilitares y guerrilla. Eso fue en los años 1999, 2000 y 2001. Se enfrentaron las autodefensas y la guerrilla y yo quedé en la mitad. Yo tomé partido por las autodefensas. A mí me hirieron dos veces allá en esas peleas, eso ahí fue una locura. O uno peleaba o peleaba. La tercera opción era quedarse sentado y morir como un marica. Porque es que ahí éramos seis mil bandidos. Y en armas había mil quinientos, y la guardia en la noche no pasaba de cincuenta. Nosotros no nos íbamos para la casa porque en la cárcel había mucha adrenalina, ¿sí me entiende? (se ríe) y había mucha gente pa’ matar y estábamos era peleando”.
Pero la primera vez que las autoridades sospecharon de los pasos de Velásquez Vázquez ya en libertad, fue a raíz de un vídeo en el que se veía al sicario más temido que tuvo Escobar descendiendo de un vehículo Chévrolet que venía escoltado por un Peugeot. Popeye luego llegaba a un edificio y hablaba con unos hombres dentro de un ascensor. La grabación es del año 2015. Desde ese momento, la Fiscalía advirtió que Popeye estaba precisamente en contacto con personajes de la Oficina de Bello, entre ellas Juan Carlos Mesa Vallejo o Tom.
Esa vez Popeye estuvo por unos 30 minutos en el edificio y fue cuando surgieron indicios de que estaría participando en trabajos de ‘cobranza’ en la capital antioqueña. Pero el tema se quedó ahí y nunca prosperó.
¿Qué sigue ahora? Hasta que un juez no lo ordene, Popeye seguirá disfrutando de la libertad. Aunque él insista en que no es un delito asistir a una fiesta, sobre el ambiente aún rondan varias preguntas que no han sido resueltas. ¿Además de festejar, qué otros asuntos se trataban en esas reuniones? ¿Con qué otros narcos se ha reunido Popeye? Y sobre todo, ¿para qué se reunía con ellos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario