Faltando tres meses para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el proceso de conversaciones entre el gobierno nacional y el Eln parece haber entrado en un callejón sin salida. Mientras la delegación estatal permanece en Colombia a la espera de instrucciones, la de la guerrilla hace lo propio en Ecuador, separándose solamente para elevar consultas al Comando Central (Coce), cuyos miembros al parecer permanecen en Venezuela.
Desde el pasado 29 de enero, cuando el presidente Juan Manuel Santos ordenó la suspensión de la mesa por cuenta del atentado que ejecutó el Eln contra una estación de policía en Barranquilla, que dejó siete uniformados muertos, las conversaciones están paralizadas.
Esta vez ni siquiera las gestiones del congresista Iván Cepeda y del exministro Álvaro Leyva, claves para destrabar otras etapas, han servido para encontrar soluciones reales a la crisis, que se venía gestando desde la vigencia del cese al fuego bilateral, temporal y nacional, que rigió entre el 1 de octubre de 2017 y el 9 de enero de 2018, tal como habían pactado las partes.
A estas alturas, es poco lo que se puede hacer para salvar el proceso, por lo que las organizaciones sociales y plataformas de paz que respaldan la negociación hacen máximos esfuerzos para distensionar el ambiente entre las partes: el gobierno nacional, de un lado, demandando gestos humanitarios del Eln; y la guerrilla, de otro, insistiendo en que un nuevo cese bilateral debe pactarse en el transcurso del quinto ciclo, tal como estaba acordado. La tarea de mediación no es fácil, no sólo por las posiciones inamovibles de lado y lado, sino por los pocos avances que han hecho las delegaciones.
Tomada de:Semana
Desde el pasado 29 de enero, cuando el presidente Juan Manuel Santos ordenó la suspensión de la mesa por cuenta del atentado que ejecutó el Eln contra una estación de policía en Barranquilla, que dejó siete uniformados muertos, las conversaciones están paralizadas.
Esta vez ni siquiera las gestiones del congresista Iván Cepeda y del exministro Álvaro Leyva, claves para destrabar otras etapas, han servido para encontrar soluciones reales a la crisis, que se venía gestando desde la vigencia del cese al fuego bilateral, temporal y nacional, que rigió entre el 1 de octubre de 2017 y el 9 de enero de 2018, tal como habían pactado las partes.
A estas alturas, es poco lo que se puede hacer para salvar el proceso, por lo que las organizaciones sociales y plataformas de paz que respaldan la negociación hacen máximos esfuerzos para distensionar el ambiente entre las partes: el gobierno nacional, de un lado, demandando gestos humanitarios del Eln; y la guerrilla, de otro, insistiendo en que un nuevo cese bilateral debe pactarse en el transcurso del quinto ciclo, tal como estaba acordado. La tarea de mediación no es fácil, no sólo por las posiciones inamovibles de lado y lado, sino por los pocos avances que han hecho las delegaciones.
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