jueves, 12 de abril de 2018

EL SEÑOR DE LA GUERRA QUE NO SE PUDO ESCAPAR TRES VECES


La primera vez que las autoridades fueron por él, el Señor de la Guerra se escapó del centro de reclusión al que lo condujeron. Luego saltó desde un tercer piso del edificio donde se escondía cuando la policía llegó a capturarlo. Pero la tercera fue la vencida.

El Señor de la Guerra es considerado el mayor traficante de armas para los grupos ilegales más grandes del país: el Eln, el Clan del Golfo y los Pelusos, que se autodenominan Epl. Se movía por la frontera con Venezuela, donde hacen presencia todas esas estructuras, y por donde repartía las armas que traía desde el país vecino, Centroamérica y Estados Unidos.

La Policía antinarcóticos llevaba un año siguiéndole la pista, hasta esta semana. El Señor de la Guerra estaba en Cúcuta, pero a punto de escapar a Venezuela, pues el Eln lo había amenazado por fallarles en un negocio de armas.

Los agentes llegaron en la madrugada, se traparon por una escalera hasta el segundo piso de la casa donde dormía y allí lo capturaron. Esta vez no pudo huir, fue esposado y salió escoltado por policías fuertemente armados.

El Señor de la Guerra, un hombre pequeño y barrigón, era clave en el negocio del narco en el Catatumbo, una de las regiones con más coca en el país. Abastecía a los grupos más poderosos con fusiles de precisión de distintos calibres, ametralladoras, lanzacohetes M72, y también les proporcionaba uniformes militares, equipos de campaña y hasta de primeros auxilios.

Pero al parecer no se estaba limitando a tranzar con su arsenal. Según las pesquisas de la Policía, el Señor de la Guerra estaba organizandon contactos entre Pepe, el jefe máximo de los Pelusos y Nicolás, el segundo al mando en el Clan del Golfo, después de Otoniel.

El Indio, como también se le conocía, enfrenta ahora un proceso judicial por concierto para delinquir, fabricación y tráfico de armas. Y otro por falsedad procesal, pues al momento de su captura presentó una cédula falsa, en un nuevo intento para burlar las autoridades, que esta vez falló.

Tomada de: Semana

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