Tres días después de la desaparición inexplicable de su hija de 13 años, a quien vio por última vez el lunes 7 de mayo cuando la montó en el bus que la llevaría al colegio a las 6 de la mañana, un padre de familia encontró en Facebook la ruta que lo llevó a rescatarla de una red de trata de personas.
El drama para este hombre comenzó el lunes por la noche, cuando la joven no llegó a su casa. “Empezamos a buscar en redes sociales, en WhatsApp, en Facebook, a las amigas”, cuenta el padre que, en esa búsqueda, se encontró con una sorpresa: “seguimos a una compañera de clases sobre la cual sospechábamos y empezamos a ver que tenía publicaciones, que ofrecía su cuerpo y que hacía fotos muy sugestivas en ropa interior”. Ofrecían niñas para servicios sexuales. “¿Qué vamos a hacer hoy con una amiguita?”, decía uno de los mensajes.
El corazón de este padre de familia le avisó que algo malo pasaba con su hija y que la amiga del Facebook tenía la clave de su paradero. Mantuvo su seguimiento el martes, y en la noche observó una publicación con el ofrecimiento de drogas y ácido. El miércoles apareció una luz: un número telefónico en la página que estaban siguiendo.
Sin dudarlo, marcó el número y una joven le informó que el servicio le costaba 200. “Me dice que tiene una amiguita nueva y me cita en la calle 22 con carrera 14 en una esquina donde hay una bomba de gasolina”.
Esa esquina está en el barrio Santa Fe, de la localidad de Los Mártires, en el centro de Bogotá. Es la llamada zona de tolerancia o de servicios de alto impacto que se declaró en el 2002 en el gobierno del exalcalde Antanas Mockus.
A las 9 de la noche, el angustiado padre llega a un callejón oscuro y ve salir a dos niñas, entre las que identificó a su hija, vestida con minifalda, camisa y medias negras. Una ropa que ella no usaba. “Me puse nervioso y me escondo; espero a que me den la espalda, pero se iban a subir a un taxi y entonces las cogí con la mano, abrazo a mi hija, y en ese momento salen tres tipos”. Sin dudarlo, el hombre coge a su hija, la mete en la camioneta en la que llegó al lugar y se aleja, mientras los hombres profieren insultos.
“Su carita era irreconocible. Sus ojos eran unos pimpones, me imagino que lloró demasiado. Le habían quitado el celular, su uniforme, su sudadera”, cuenta el padre y agrega que la llevaron a Medicina Legal, al hospital Santa Clara, “donde nos han dicho que fue drogada. Ni siquiera hablaba”.
Aunque la niña no ha contado mayores detalles, le contó a su familia que una amiga la invitó a los “encuentros”, y que le ofrecieron dinero y que no iba a tener necesidad de estudiar.
La familia de esta adolescente no entiende cómo cayó en las garras de la organización que la secuestró. “Ella es de casa, nunca le ha faltado nada”, sostiene el abuelo. El progenitor va más allá, dice que la organización que la tenía es liderada por una mujer y que allí drogan a las niñas para explotarlas sexualmente. “En esas conversaciones que yo tuve con esa niña que me la tenía secuestrada hace ofrecimiento de ácidos, de perico (cocaína), de cantidad de drogas”, comenta.
La Fiscalía inició una investigación de oficio para determinar qué está pasando en la zona de tolerancia de Bogotá y si en efecto la víctima hizo parte de una red.
Por su parte, la Policía de Infancia y Adolescencia anunció que apoya el caso.
“La conducta punible que se resalta en este caso es proxenetismo con menor de edad con circunstancia de agravación por tratarse de una niña”, señaló el abogado del caso Gildardo Acosta.
Según el Distrito, unas 86 personas han hecho parte de la ruta de atención y prevención de la Secretaría de Gobierno por el delito de trata de personas; 75 de ellas han sido mujeres. La mayoría de casos atendidos, unos 58, fueron por explotación sexual.
Del total de casos atendidos desde el 2016 (86), la mayoría son víctimas de nacionalidad colombiana (45), seguido de personas de nacionalidad venezolana (8) y Costa Rica (2).
Tomada de: El Tiempo
El drama para este hombre comenzó el lunes por la noche, cuando la joven no llegó a su casa. “Empezamos a buscar en redes sociales, en WhatsApp, en Facebook, a las amigas”, cuenta el padre que, en esa búsqueda, se encontró con una sorpresa: “seguimos a una compañera de clases sobre la cual sospechábamos y empezamos a ver que tenía publicaciones, que ofrecía su cuerpo y que hacía fotos muy sugestivas en ropa interior”. Ofrecían niñas para servicios sexuales. “¿Qué vamos a hacer hoy con una amiguita?”, decía uno de los mensajes.
El corazón de este padre de familia le avisó que algo malo pasaba con su hija y que la amiga del Facebook tenía la clave de su paradero. Mantuvo su seguimiento el martes, y en la noche observó una publicación con el ofrecimiento de drogas y ácido. El miércoles apareció una luz: un número telefónico en la página que estaban siguiendo.
Sin dudarlo, marcó el número y una joven le informó que el servicio le costaba 200. “Me dice que tiene una amiguita nueva y me cita en la calle 22 con carrera 14 en una esquina donde hay una bomba de gasolina”.
Esa esquina está en el barrio Santa Fe, de la localidad de Los Mártires, en el centro de Bogotá. Es la llamada zona de tolerancia o de servicios de alto impacto que se declaró en el 2002 en el gobierno del exalcalde Antanas Mockus.
A las 9 de la noche, el angustiado padre llega a un callejón oscuro y ve salir a dos niñas, entre las que identificó a su hija, vestida con minifalda, camisa y medias negras. Una ropa que ella no usaba. “Me puse nervioso y me escondo; espero a que me den la espalda, pero se iban a subir a un taxi y entonces las cogí con la mano, abrazo a mi hija, y en ese momento salen tres tipos”. Sin dudarlo, el hombre coge a su hija, la mete en la camioneta en la que llegó al lugar y se aleja, mientras los hombres profieren insultos.
“Su carita era irreconocible. Sus ojos eran unos pimpones, me imagino que lloró demasiado. Le habían quitado el celular, su uniforme, su sudadera”, cuenta el padre y agrega que la llevaron a Medicina Legal, al hospital Santa Clara, “donde nos han dicho que fue drogada. Ni siquiera hablaba”.
Aunque la niña no ha contado mayores detalles, le contó a su familia que una amiga la invitó a los “encuentros”, y que le ofrecieron dinero y que no iba a tener necesidad de estudiar.
La familia de esta adolescente no entiende cómo cayó en las garras de la organización que la secuestró. “Ella es de casa, nunca le ha faltado nada”, sostiene el abuelo. El progenitor va más allá, dice que la organización que la tenía es liderada por una mujer y que allí drogan a las niñas para explotarlas sexualmente. “En esas conversaciones que yo tuve con esa niña que me la tenía secuestrada hace ofrecimiento de ácidos, de perico (cocaína), de cantidad de drogas”, comenta.
La Fiscalía inició una investigación de oficio para determinar qué está pasando en la zona de tolerancia de Bogotá y si en efecto la víctima hizo parte de una red.
Por su parte, la Policía de Infancia y Adolescencia anunció que apoya el caso.
“La conducta punible que se resalta en este caso es proxenetismo con menor de edad con circunstancia de agravación por tratarse de una niña”, señaló el abogado del caso Gildardo Acosta.
Según el Distrito, unas 86 personas han hecho parte de la ruta de atención y prevención de la Secretaría de Gobierno por el delito de trata de personas; 75 de ellas han sido mujeres. La mayoría de casos atendidos, unos 58, fueron por explotación sexual.
Del total de casos atendidos desde el 2016 (86), la mayoría son víctimas de nacionalidad colombiana (45), seguido de personas de nacionalidad venezolana (8) y Costa Rica (2).
Tomada de: El Tiempo
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